Son muchas más. Pero en este breve informe elegimos, de entre las más célebres, algunas de las poetas que, por diversas razones, tomaron la decisión de quitarse la vida. Decisión, en realidad, que en la mayoría de los casos estuvo forzada por enfermedades. Entre las que destaca la depresión, que no solía ser diagnosticada como tal, y mucho menos tratada adecuadamente.
Safo
580 a.c.

Desde lo alto de una roca de la isla griega de Léucade, en el Mar Jónico, los enamorados no correspondidos solían lanzarse a las aguas para sanar esa desdicha, con la ayuda de Apolo.
Según la leyenda, Safo se enamoró del bello Faón, también de Lesbos, y al no lograr correspondencia por parte del joven, e inducida por la diosa Afrodita, se lanzó al mar desde aquella roca.
La décima musa, como la bautizó Platón, inauguró así la trágica y extensa lista de las poetas que, por las razones que fueran, decidieron acabar voluntariamente con sus vidas.
Teresa Wilms Montt
24 de diciembre de 1921

Nacida en el seno de una aristocrática familia chilena, muy pronto Teresa Wilms Montt dio muestras de que no sería una mujer común, al revelarse a los mandatos que le imponía su época.
Se casó siendo adolescente, tuvo amantes, la internaron en un convento y huyó a Buenos Aires, donde inauguró su carrera literaria, publicando su libro más célebre: Inquietudes sentimentales.
Quiso alistarse como enfermera en la Primera Guerra, pero la detuvieron en Nueva York bajo sospecha de ser espía alemana; viajó a España y a París, donde pudo reencontrarse con sus dos hijas.
Pero el encuentro no duró demasiado: las niñas volvieron a Chile y ella se hundió en la depresión. El 24 de diciembre de 1921 ingirió una sobredosis de veronal. Tenía solo 28 años.
Alfonsina Storni
25 de octubre de 1938

Nació en Suiza, pero desde pequeña residió en la Argentina con su familia. Alfonsina Storni se graduó como maestra en Rosario y publicó poemas sueltos en revistas.
En Buenos Aires frecuentó los círculos literarios y dictó conferencias, al tiempo que colaboraba en revistas como Caras y Caretas, y el diario La Nación.
Bajo la influencia de románticos y modernistas, publicó los libros La inquietud del rosal, El dulce daño, Languidez y Ocre. Su último poemario fue Mascarilla y trébol.
Sufría de depresión y paranoia, y en 1935 fue operada de cáncer de mama. Ser creía un tumor benigno, pero tenía ramificaciones, lo que también hizo recrudecer sus padecimientos mentales.
Si bien películas y canciones sugieren que ingresó lentamente al mar, lo cierto es que, en la madrugada del 25 de octubre de 1938, se arrojó desde la escollera del Club Argentino de Mujeres.
Ese mismo año había sido homenajeada por la Universidad de Montevideo, como una de las tres grandes poetas de América, junto a Gabriela Mistral y Juana de Ibarburu.
Virginia Woolf
28 de marzo de 1941

Hija de un hombre de letras, Virginia Woolf nació en plena época victoriana. Creció en un ambiente culto que le permitió acceder tempranamente a los clásicos de la literatura inglesa.
Educada por sus padres y profesores particulares, se vinculó desde joven a los círculos literarios de Londres, lo que influyó poderosamente en su carrera como narradora.
Publicó novelas como La señora Dalloway, Al faro, Orlando: una biografía, y Las olas. Su obra está teñida de un estilo más parecido al de la poesía que al de la narrativa, como sugirió Jorge Luis Borges.
En vida, fue la figura más destacada del modernismo anglosajón. También se la considera un ícono del feminismo, gracias a su ensayo Una habitación propia.
Sufrió crisis nerviosas, períodos recurrentes de depresión y, según estudios actuales, trastorno bipolar. El inicio de la segunda guerra mundial no hizo más que agravar esos padecimientos.
El 28 de marzo de 1941 se puso el abrigo, salió de su casa, llenó los bolsillos con piedras y se arrojó a un río cercano.
Sylvia Plath
11 de febrero de 1963

Ya desde niña, se notaba en Sylvia Plath una profunda sensibilidad. Comenzó a publicar sus primeros poemas, y nunca dejó de ser brillante en sus estudios.
Sin embargo, también eran evidentes su inseguridad y su fragilidad emocional, que se profundizaron con el fallecimiento de su padre, cuando ella aún no había cumplido 8 años.
Cuando cursaba estudios universitarios en Cambridge, por primera vez intentó quitarse la vida y fue diagnosticada como depresiva. Como era habitual en la primera mitad del siglo 20, se la trató con electrochoques.
Se casó y tuvo dos hijos, pero pronto descubrió que su esposo le era infiel. Su mundo se derrumbó, y el inicio de los trámites de divorcio agravó su deteriorada salud mental.
El 11 de febrero de 1963, preparó el desayuno para sus hijos y lo dejó en la habitación de los pequeños. Luego, metió la cabeza en el horno de su cocina, y abrió la llave de gas.
En vida solo publicó un libro de poemas, El coloso, al que siguieron varios póstumos. El mismo año de su muerte, apareció la novela semiautobiográfica La campana de cristal.
Con un marcado tono confesional, su poesía trasluce cierta desesperación por su condición de mujer, y ante el abandono y la muerte.
Alejandra Pizarnik
25 de septiembre de 1972

Fue exitosa como poeta y traductora. Sin embargo, el destino de Alejandra Pizarnik estuvo marcado por la tartamudez infantil, el asma y la depresión, que la persiguió hasta sus últimos días.
Estudió filosofía y letras, y pintura. Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde trabajó para editoriales, publicó poemas y críticas, y tradujo a poetas franceses, especialmente a los surrealistas.
Estudió literatura francesa en La Sorbona y, al volver a Buenos Aires, publicó varios de sus poemarios más importantes: Los trabajos y las noches, Extracción de la piedra de locura y El infierno musical, así como la narración La condesa sangrienta.
Recibió las becas Guggenheim y Fullbright, y siempre estuvo rodeada por los intelectuales más reconocidos de su época. Lo que podía ser estimulante, pero también asfixiante para una personalidad como la suya.
La muerte de su padre, en 1967, precipitó sus problemas mentales. Y sumó una creciente adicción a diferentes barbitúricos recetados.
Así, con el inicio de la década de 1970, comenzó un período de alejamiento, de autoclausura. De vida sombría, como manifestaba en su diario. Y llegó su primer intento de suicidio.
Fue internada en un centro psiquiátrico. Pero el 25 de septiembre de 1972, durante un fin de semana fuera de la clínica, murió debido una sobredosis intencional de Seconal. Tenía 36 años.
Anne Sexton
4 de octubre de 1974

El primer contacto de Anne Sexton con la depresión, fue en el posparto de su primera hija. Un año más tarde, con el nacimiento de su segunda hija, sufrió otra crisis, y fue hospitalizada.
El día de su cumpleaños de 1955, intentó suicidarse por primera vez. Como parte de la terapia, fue su médico quien la alentó a escribir poesía, inscribiéndose en varios talleres. En uno de ellos conoció a Silvia Plath.
En 1960 apareció su primer poemario, definido por un estilo confesional. Con Vive o muere, de 1966, al año siguiente obtuvo el premio Pulitzer, que confirmaría su consagración como poeta.
Famosa, premiada, respetada, continuó publicando libros infantiles, teatro y poemas. Sin embargo, su angustia existencial, reflejada en su poesía, iba agravándose con el correr del tiempo.
El 4 de octubre de 1974, Sexton almorzó con su editora para revisar las galeradas de El horrible remar hacia Dios, su décimo libro de poesía, que se publicaría al año siguiente.
Regresó a su casa, se puso el abrigo de piel de su madre, bebió vodka, y se encerró en el garaje. Encendió el motor de su automóvil. Cerró los ojos. Murió por intoxicación con monóxido de carbono.
Amelia Rosselli
11 de febrero de 1996

Nacida en París, Amelia Rosselli sufrió de niña el asesinato de su padre, en una emboscada que le tendió un grupo fascista bajo órdenes directas de Mussolini.
Mientras se exilaba en distintos puntos de Europa y Estados Unidos, realizó estudios literarios, filosóficos y musicales. Se interesó por la teoría musical y la composición, temas sobre los que escribió algunos ensayos.
En clínicas de Suiza e Inglaterra le diagnosticaron esquizofrenia paranoide, aunque ella nunca admitió ni reconoció padecer esa enfermedad.
En 1948 retornó a Italia y comenzó a publicar textos y poemas en diferentes medios, así como traducciones del francés y del inglés. Idiomas, además del italiano, en los que también publicó sus obras.
Recién en 1964, con 35 años, publicó su primera colección de poesías, de carácter experimental, titulada Variaciones de guerra. Ya aparecía su intención de usar la lengua como música.
Mientras continuaba publicando libros de poemas, ensayos y textos autobiográficos, comenzaron a manifestarse los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson.
Instalada en Roma durante sus últimos 20 años, el 11 de febrero de 1996 se suicidó arrojándose desde el quinto piso del edificio donde vivía. Atravesaba una grave depresión.
Rosselli eligió el día: en esa misma fecha, 33 años antes, se había suicidado una de sus autoras más queridas, Sylvia Plath, a quien había estudiado y traducido al italiano.
